Yo ya no le creo a Don Berna

0 comentarios


             Foto: Archivo El Tiempo

Algunos pensarán que una afirmación como la que titula esta entrada, debería fundarse en razonamientos serios, en evidencia abundante, en el profundo conocimiento de la conducta de este criminal y hasta en el conocimiento de confidencias innombrables. Probablemente tengan razón, pero en este caso parece banal discutir al respecto, porque este texto lo escribo basado en la intuición.

Todo este alboroto proviene de la lectura de las noticias de hoy en las que El Espectador y el El Tiempo anuncian - con tintes, enfoques e incluso propósitos diferentes - que Diego Fernando Murillo ha dicho que el asesinato de Luis Carlos Galán fue obra del incipiente paramilitarismo de la época. Sin embargo no dejo de preguntarme por qué hay tantos procesos en los que Don Berna ha hablado tanto y cuáles son sus verdaderos intereses. Incluso hay casos sobre los que se ha pronunciado solo para enredarlos más en contra de las teorías ya propuestas. La pregunta que más ronda mi cabeza después de haber leído esta noticia es ¿No se suponía que ya habíamos resuelto el tema del asesinato de Luis Carlos Galán cuando condenamos a Alberto Santofimio Botero?

Me inquieta pensar en la posibilidad de que la justicia colombiana, en su afán de "combatir la impunidad", haya condenado a Santofimio basándose en las declaraciones de Virginia Vallejo y John Jairo Velásquez, para que resulte ahora que" la verdad verdadera" es otra, pues al final "Los Pepes" - enemigos a muerte de quien hasta hace escasas horas considerabamos el responsable - fueron los verdaderos asesinos, no solo de Galán, sino de prominentes miembros de la UP.

En un nivel mayor de preocupación, me asusta pensar que como han dicho muchos de los implicados en los casos más sonados de la nada aburrida historia reciente de nuestro entretenido país, Don Berna y los demás desmovilizados de todos los niveles de las estructuras de los Grupos Armados Organizados Al Margen de la Ley se estén dedicando a alimentar nuestro sistema penal con falsos o engañosos testimonios que no permitirán que las víctimas puedan acceder a la verdad , la justicia o la reparación ni mucho menos a las garantías de no repetición.

Si lo anterior se combina con ese evidente salto de conciencia que se ha venido notando en la última década en la que pasamos de ser una sociedad donde los escándalos terminaban impunes, a otra en la que de los escándalos que se conocen se arma una ordalía mediático-penal alimentada por las noticias y columnas de los adalides de la transparencia, tenemos un sistema criminal proclive a sacrificar a la sociedad que pretende proteger.

Es responsabilidad tanto de las instituciones estatales, como de los generadores de noticias y opinión hacer un examen autocrítico que les evite ser peones en las agendas de quienes tienen el monopolio del conocimiento de la realidad de los hechos o al menos intentan hacernos creer que lo tienen. No todo lo que brilla es oro y al final de cuentas, no se puede olvidar que Don Berna y muchos otros, muy seguramente tienen intereses específicos que no conocemos.